viernes, 4 de junio de 2010

El sello

Sólo te siento
cuando me pongo a gritarle tu nombre al techo
y le cuento lo que los dos sabemos
que no existe.
Intento borrarte de un golpe
sin embargo siego siendo aún el torpe
a tus placeres.
Sólo te siento
cuando me pones el rostro en el suelo;
me fumas desde afuera
para salir como tus cenizas.
Eres el filtro que se escapa del viento de tu beso
y regreso a tus labios prófugo del fuego de tu piel.
Por fin logro cortar el sello de agua de tu piel
para oler la sábana de rosas de tu cuerpo.

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