lunes, 21 de junio de 2010

Los malpensados

Todos conocemos al menos, un malpensado
Los malpensados asumen el peor escenario político posible.
Los malpensados toman lugar junto a los no deseados políticamente hablando, siempre defienden a los nadies y a los de abajo.
Cuando ocurre la muerte de un funcionario público, con herramientas irrefutables, demuestran el complot que nadie había pensado.
El malpensado huele la polvora dañina al oír los discursos políticos del presidente y los diputados. Ya antes, muchas personas intentaron engañarlos, pero los malpensados nacen de otro malpensado, un ritual familiar que se pasa también por conocidos y amigos.
Los malpensados invaden todos los rubros posibles de la crítica: la política, los deportes y las artes.
Todos piensan mal para no sorprenderse cuando lo peor les acecha. "¿Qué te dije?" preguntan levantando su malpensamiento y enseñándote una valiosa lección.
Con el paso del tiempo, los malpensados afinan sus pensamientos y la terquedad con la que se envuelven siempre para no ceder, se vuelve persistente, casi odiable.
No es ser pesimista, es apuntarle a la realidad con la mano firme, sin dejarse de llevar por ensueños. Ser un malpensado, es ser mejor que un apático e indiferente. Los malpensados siempre estarán presentes sin importar lo que pase. Siempre habrá un malpensado que esté criticando al polítco este o al político aquel, sin descanso alguno, mientras un ojo duerme, el otro estará siempre pendiente, atando cabos, delatando al político ratero y al impostor, al empresario negligente y egoísta, al organismo falso, a los imbéciles.

sábado, 19 de junio de 2010

Lo distinto

Hasta las nubes son distintas. Se vienen dibujando desde hace rato para asomar sus efectos. No es el mismo resultado que se tiene cuando se nubla en las ciudades que aman el calor; calor que te abraza y no deja en paz hasta que el agua del mar o de la regadera le ahuyenta por ratos. Las nubes de lugares más fríos y de lluvia, te ayudan a simular el ambiente intelectual para fumarte un cigarro y escribir, tocar guitarra y cantar, dormir y pensar -no en ese orden-
El sol tampoco es lo mismo. En las ciudades amantes de la estrella amarilla, te sacude de un golpe en cuanto lo sientes, la ola de calor te recorre de los pies a la cabeza, ya que ni ella misma se soporta tantos números elevados en escalas de medición. Las otras ciudades el sol es un poco más benevolente, es un Dios comprensivo y lleno de amor pero no tan lleno de calor. Le gusta recordarte quién es, su poder y su extensión de dominio, pero hasta ahí. En las otras ciudades será el mismo Dios, pero su cara cambia, se enoja y nosotros -o ellos- la pagan.

viernes, 4 de junio de 2010

Acidez

Hoy no tengo ganas de verte. Ojalá se te quede el recuerdo mío ausente de placeres y relleno de odios. Tengo ganas de decirte cuánto te odio y que confío en la suerte de nuestros caminos para así no verte por los próximos días. Hoy tu presencia es un súbito trepar malestares y náuseas. Hoy quiero que se abra la tierra y te caigas con ella.

El sello

Sólo te siento
cuando me pongo a gritarle tu nombre al techo
y le cuento lo que los dos sabemos
que no existe.
Intento borrarte de un golpe
sin embargo siego siendo aún el torpe
a tus placeres.
Sólo te siento
cuando me pones el rostro en el suelo;
me fumas desde afuera
para salir como tus cenizas.
Eres el filtro que se escapa del viento de tu beso
y regreso a tus labios prófugo del fuego de tu piel.
Por fin logro cortar el sello de agua de tu piel
para oler la sábana de rosas de tu cuerpo.

jueves, 3 de junio de 2010

Las cosas que nadie ve

Sucede cuando uno se prepara emocionalmente para mostrar una sorpresa que nos de un alivio, confianza y una mayor sonrisa para salir.
Esas cosas a veces pasan desapercibidas; su existencia es tan efímera que ni las palabras merecieran perfectas o existieran para decirlas.
Pasa tan simple que es tan común y burdo su aparecer; lavarse los dientes, ponerse más perfume en el cuello, cortarse el pelo,bañarse y prepararse con anticipación, salir por primera vez con la camisa planchada.
Si las cosas pasan desapercibidas, nos sentimos devastados, anonadados y queremos culpar a la otra persona, a la vida, a Dios, a nosotros mismos, pero en realidad, es así como reflejamos nuestra tristeza, nuestro miedo o quizá sí el enojo.
A todos nos duele, a todos nos lastima. La culpa no es de la otra persona, de hecho sólo son malas elecciones del azar y altas probabilidades del error de lo que transcurrió esa noche, esa tarde. Ese día.

La primera estupidez

La primera estupidez es el primer paso de tu existencia. No importa el contexto que hayas formado, pues tendrás que tragártelo todo sin exigir más ya que tienes un fin instantáneo que no satisface personalmente ni socialmente. No importa qué tan minúsculo haya sido el resbalo, seguirás tropezándote por su culpa otros cinco escalones posteriores. Es el pequeño error que te mancha la camisa blanca que planchaste a las 6.55 de la mañana. Es el error matemático en tu ecuación que te desmorona el procedimiento y el resultado. Es tu pensamiento de más que saca de orden lo que habías pensado con anticipación.
La primera estupidez es inevitable. Sin esa primera estupidez no estarías aquí, ni ahora. Estarías por allá y haciendo aquello. Le hablarías y bromearías más con esa persona que con la otra.
La primera estupidez es caprichosa y no tiembla al cambiarte las cosas.